El desplazamiento sin ningún control de ganado vacuno y caballar por gran parte del territorio, sobrepastoreo y las quemas incontroladas como método de «renovación» de pastizales han ido desgastando y empobreciendo en forma progresiva los suelos, lo cual ha gatillado una serie de procesos erosivos (cárcavas, deslizamiento de tierra, surcos, entre otros) en distintos sectores de la isla, que se han ido agravando en los últimos 30 año, junto con el aumento de la masa ganadera y la proliferación de los incendios.
Debido a la alta erodabilidad de los suelos, es necesario mantener una buena cobertura vegetal para prevenir la erosión. En el manejo de la vegetación debe regularse o eliminarse la práctica de la quema, que tiene efectos erosivos. El manejo de los animales es igualmente importante, para evitar el sobretalajeo y pisoteo que origina surcos de erosión que pueden llegar a constituir cárcavas y zanjas.
La erosión del suelo se ve acentuada por el recrudecimiento de eventos climáticos extremos, tales como lluvias intensas y tormentas, factores que propician la aceleración de la degradación de la capa superficial del suelo. Adicionalmente, las alteraciones en los patrones de precipitación derivadas del cambio climático pueden intensificar la vulnerabilidad de Isla de Pascua frente a la erosión al modificar la frecuencia e intensidad de eventos meteorológicos adversos; por ejemplo, periodos secos prolongados seguidos de días con precipitaciones intensas llevan a intensificar el proceso erosivo.
Un componente crítico en el programa de adaptación climática insular engloba la aplicación de estrategias específicas para el control erosivo. Esto implica la adopción de técnicas avanzadas de conservación del suelo, como la reforestación de áreas críticas y la implementación de sistemas de manejo hídrico destinados a mitigar la escorrentía superficial y fomentar la infiltración del agua en el suelo se torna imperativa.